Agencias/ Ciudad de México.- Apple TV+ estrena esta película mientras se realiza la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Finch, en esencia, es un tratado sobre el futuro de la tierra si el calentamiento global no se reduce.

Los primeros planos de la película resultan tanto estéticos como preocupantes, toda una declaración de principios de parte del equipo de producción, que parece decir: “Este es el futuro que nos espera como especie”. Esa es la premisa que desarrollan a través del relato, de poco más de dos horas.

Finch es uno de los pocos sobrevivientes que queda en la tierra. La situación climática es de tal gravedad que, para moverse de un lugar a otro durante el día, se debe utilizar una especie de traje de astronauta. Así se evita que la piel se le achicharre al sentir el sol. Sin llegar a ser Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015), Finch está en un contexto no muy lejano: todo es tierra y abandono, salvo por su perro y un par de máquinas que lo acompañan. A través de ellos el guion complementa la premisa inicial: se trata de sobrevivir.

La mutación de la historia invita a pensar en un posible guiño a los tiempos de aislamiento debido a la COVID-19. Si bien Tom Hanks no se encuentra resumido a una habitación durante días, su relación con la naturaleza, los espacios y los otros cambia a través del tiempo. Eso genera en él una serie de reacciones que influyen en su destino y alteran valores que parecían claros. Durante esos tramos, Finch toma un tono cuestionador y, en algún punto, aleccionador sin llegar a ser moralista.

A través de la inteligencia artificial, esa máquina a la que Finch intenta educar desarrolla autonomía de forma rápida. Puede que a través de esa relación se complete el tercer eje de la película: en un futuro no muy lejano, la dependencia a las máquinas será aún más marcada. Guion y dirección no tratan este punto desde una perspectiva crítica. Su enfoque es mucho más dialógico, como diciendo: si esto es inevitable, ¿cómo haremos para relacionarnos con ellas?

Eso va en línea con los guiños hacia los efectos de la pandemia. Finch, al sospechar de la existencia de otro ser humano, experimenta una suerte de estado de pánico. Entonces, no solo lo persigue alguien sino que también es presa de sus miedos y fobias. Algo de esto resuena con lo vivido por la humanidad durante los dos últimos años. Ese tipo de guiños hacen de Finch una película actual y, quizá, testimonial de cara al futuro.

Aunque pareciera quedarse a mitad de camino entre el drama y la ciencia ficción, en realidad es que no abusas de las características de esos géneros. La historia de Finch es menos estrambótica que varias más, incluso quizá no sea muy llamativa ni innovadora. Pero en esa simpleza y en su pertinencia con cuanto ocurre en el mundo también hay un mensaje de Apple TV+ y el equipo de producción: los pequeños relatos cuentan y dicen tanto o más que los otros.

“Hubo un período en el que me llamaba siempre por teléfono, estaba realmente orgulloso de la película y disfrutaba mucho hablarme de ella”. El que cuenta esto es el realizador británico de ascendencia argentina Miguel Sapochnik, y a quien se refiere es a nada menos que a Tom Hanks. El cineasta es el hombre detrás de Finch, una de las películas más ambiciosas de Apple TV+ (que se encuentra disponible a partir de este viernes en la plataforma), que lo tiene nuevamente al doble ganador del Oscar en el rol de un hombre que está habituado a la soledad. Hay mucho de su Chuck Noland de Náufrago en este flamante personaje, pero también del Sully registrado por Clint Eastwood, quien no habrá tenido que vivir en pleno aislamiento, pero quien de todos modos estaba solo con sus pensamientos y sus traumas en un mundo que seguía girando.

Con guion de Craig Luck e Ivor Powell, Finch fue filmada por Sapochnik (ganador del Emmy por la dirección de uno de los mejores episodios de Game of Thrones, “Battle of the Bastards”) en 2017, y registra el derrotero de ese último ser humano sobre la Tierra que sobrevivió al apocalipsis y que tiene un solo objetivo: construir un robot llamado Jeff (Caleb Landry Jones) para que cuide de su perro Goodyear cuando él ya no esté. Si bien Finch no planea moverse del refugio en el que se encuentra, el verdadero comienzo de la película lo hallamos cuando, por un hecho inesperado, ese particular trío emprende un viaje a San Francisco en busca de comida, pero también para cumplir un deseo sobre el cual a Finch le cuesta hablar sin quebrarse, momentos en los que Tom Hanks demuestra por qué es Tom Hanks, elevando el material de base que se caracteriza por una simpleza muchas veces conmovedora, con la música de Gustavo Santaolalla reforzando ese minimalismo de la puesta en escena.

“Lo que me atrajo de Finch es el misterio que rodeaba al personaje”, explica al inicio de la conferencia. “¿Quién es este hombre? ¿Dónde estamos? Y muy rápidamente te das cuenta de que es el único hombre que queda en el mundo, que entabla una lucha diaria con la muerte, que siempre está entre la supervivencia y la pérdida. Cuando leí el guion por primera vez pensé que la ciencia ficción me resultaba familiar, pero que lo que hacía a este film diferente era el vínculo entre el protagonista y su perro, el gran amor de su vida”, remarcó, y habló de las dificultades de construir junto a Miguel “una película prácticamente de cine mudo”. “Tuvimos que armar una narrativa, una realidad y una geografía para Finch que no se basara en que alguien le dijera lo que estaba pasando o que él comentara lo que estaba pasando porque literalmente no tenía a nadie con quien hablar”, explicó Hanks respecto de cómo se eludió el recurso de la exposition, cuando los personajes van explicando lo que sucede sin dejar que el espectador mismo lo infiera. “Acá todo tenía que ser comunicado con un gesto, una mirada, un determinado ritmo”, sumó el actor.

En ese aspecto, Hanks, quien fue una de las primeras estrellas de Hollywood en contagiarse de coronavirus junto a su esposa Rita Wilson, en marzo de 2020, también hizo mención a cómo Finch, de haber sido estrenada antes de la pandemia, no hubiese calado tan hondo en determinadas secuencias. “De por sí, estamos a un personaje que se acostumbra al aislamiento, alguien que no extraña nada porque hace muchos años que está en esta situación”, apuntó y se puso más personal. “Durante la pandemia y en la cuarentena en particular hicimos como un gran viaje a la espera de volver a ser o a estar como lo estábamos antes. Poder estar en compañía de alguien, salir, ir a tomar un café, estar acompañado por amigos… creo que eso nos afectó mentalmente. En el caso de Finch, él no podía darse ese lujo porque está solo en esa situación desde que todo implosiona, creo que de alguna manera van a ver la película y van a pensar: ‘Este la tiene más fácil, tiene un perro, creó un robot con el que puede hablar, y yo no logro salir de este pequeño departamento’, solo que la diferencia está en que nosotros sabíamos que íbamos a poder volver a nuestras vidas normales, mientras que no pasa lo mismo con Finch”, reflexionó el actor, quien para este proyecto volvió a reunirse con Robert Zemeckis (director de Forrest Gump, Náufrago y El expreso polar), quien oficia de productor de una película que con pocos recursos esboza una parábola sobre vencer los prejuicios y aprender a escuchar al otro, como hace Finch con el robot Jeff, y el robot Jeff con el perro Goodyear.

Hanks hizo un repaso por su carrera, recordó Náufrago y otros films “en soledad”, y aseguró que ahora le gustaría integrar un largometraje coral, si bien subrayó “lo glorioso de estar en un film con uno mismo”. “Estás comprometido cada día y no hay casi ninguna regla, solo lo que pautás con el director y a veces podés improvisar, a diferencia de trabajar con un ensamble en el que hay cierta disciplina y placer al interactuar con otras personas”, añadió. “De hecho, este fue un papel muy triste de interpretar”, confesó. “Finch es un hombre que fabrica un robot para que cuide a su perro cuando él ya no esté. Esa es una realidad con la que carga, él se mantiene vivo por su perro, eso ya es suficientemente triste. Es una película de emociones”, asegura, y explica lo que más admira de un personaje tan opuesto a él.

“Somos muy distintos, yo no tengo su inteligencia, aunque sí las canas y los huesos cansados (risas), pero él siempre está tratando de suplir sus necesidades, y vive metódicamente en relación con estas, y también hay una minuciosidad en la forma en la que recorre la ciudad, yo soy demasiado hiperactivo como para moverme de ese modo. Él logra hacer lo que se propone con su esfuerzo. Construye a Jeff lentamente, le enseña de a poco. Esta es una de las cosas geniales de ser actor… Siempre tengo la suerte de interpretar a alguien más cool de lo que yo soy, pero con Finch tuve la suerte de interpretar a alguien más inteligente, más trabajador, y mucho más estudioso”, explicó Hanks.

Si fue capaz de conmover con esa inolvidable escena de Náufrago en la que Chuck debe desprenderse de Wilson, esa pelota de vóley que se convierte en su único lazo con la sanidad, no cabían dudas de que con Finch iba a suceder lo mismo en cada momento que vive con el perro Goodyear en ese mundo desértico. “Lo más memorable que viví en el set fue la conexión que tuve con él, creo que logramos trasladar el comportamientos que él tenía con sus entrenadores hacia mi persona”, expresó. “En la película pasamos tanto tiempo juntos en esa casa rodante, que yo me convertí en alguien con quien él se sentía cómodo. Hay fotografías de los dos durmiendo una siesta juntos, pegados. Me hubiese dado vergüenza si no llegábamos a lograr esa conexión”, confesó Hanks sobre ese vínculo con el perro al que, como en todo rol que aborda, le aporta esa cuota de extra de emotividad con el modo genuino en el que se comunica con su interlocutor, verbal o no verbalmente.

Ante las comparaciones con Náufrago, Hanks hace una salvedad. “Chuck es un sobreviviente, pero acá no hay isla de la cual salir, no está ese momento límite de sacrificarse con tal de no estar más en ese lugar, con Finch no pasa eso, él quiere seguir vivo aunque cueste, en gran parte por su perro”. No hace falta que lo explique una vez más: para Tom Hanks, Finch es una película que se propone mostrar la pulsión de vida de un hombre que intenta sobreponerse a sus debilidades físicas. Por algo habla de “latidos” cuando hace mención al trabajo en equipo.

“El film es un microcosmos de muchos latidos que, todos juntos, dan sentido a la historia; cada latido cuenta, cada latido es importante”, remarca algo emocionado. “Estamos ante un film de ciencia ficción y fantasía, pero lo que sucede es tan real. Es un film sobre la conexión, el arte hace eso mismo, el arte está para que todos nosotros nos conectemos, y en Finch van a ver a un hombre viviendo en la eternidad”, concluye poéticamente una de las pocas estrellas de Hollywood que se imponen en cada plano. Entonces, mucho más que un “good guy”. Mucho más que un talentoso. Hasta en la película más “pequeña”, Tom Hanks es un grande.

Esa última característica quizá la aleje de algunas discusiones sobre las mejores películas del año. Puede que ahí entren producciones como Dune (Denis Villeneuve), The Last Duel o House of Gucci, ambas de Ridley Scott, por sólo nombre películas que podrían considerar a otro nivel. Sin embargo, dentro del cómputo total que se realiza entre lenguaje estético, el guion, las actuaciones, su pertinencia y tantas variables más, no se descarta que alguno la incluya o que, dentro de unos años, alguien diga: “Sí, en el 2021 también se estrenó Finch. ¿La viste?”.

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