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Ciudad del Vaticano, 20 marzo 2017.- Gracias a un minucioso trabajo de restauración, los Museos Vaticanos lograron recuperar hasta los más mínimos detalles de antiguos modelos en barro realizados por el artista italiano Gian Lorenzo Bernini y los acaban de exponer al público, junto con otros tesoros artísticos de gran valor.

Entre las obras que las galerías papales han puesto a disposición del público destacan una serie de piezas realizadas por el holandés Rembrandt Harmensz van Rijn (1606-1669), que se ubica entre los más grandes artistas de todos los tiempos.

Los laboratorios de los Museos Vaticanos lograron rescatar la sugerente belleza de una serie de estatuillas de tamaño real, construidas en tierra cruda y paja, que sirvieron de modelo para algunas de las figuras de bronce más famosas de la Basílica de San Pedro.

Propiedad de la Fábrica de San Pedro, la institución encargada de la custodia de la basílica vaticana, las creaciones de Bernini (1598-1680) y sus colaboradores, se encuentran en los depósitos de los museos desde 1980.

Se trata de cuatro ángeles –dos más grandes y dos más pequeños- y las cabezas de algunos de los “padres” de la Iglesia que sirvieron de modelos para la fusión de algunas estatuas de bronce del altar de la cátedra de la Basílica de San Pedro.

La cátedra es una de las áreas centrales del templo papal. Ubicada en el ábside posterior, hacia el fondo de la construcción, es recordada por el vitral en forma de paloma que se ubica en el centro y del cual surgen innumerables rayos de bronce en todas las direcciones.

Realizado entre 1656 y 1666 por deseo del Papa Alejandro VII Chigi (1655-1667), su objetivo fue subrayar el primado del pontífice romano y custodiar la reliquia de la cátedra en madera y marfil sobre la cual, según la tradición medieval, san Pedro se sentaba para instruir a los primeros cristianos.

Además, entre las piezas restauradas destaca un ángel de rodillas que fue modelo para la fusión de una de las esculturas en bronce del altar del Santísimo Sacramento de la misma basílica, que Bernini proyecto para Urbano VIII (1623-1644) y forjó bajo el papado de Clemente X (1670-1676).

Todas estas obras han sido colocadas para exhibición en la Sala XII de la Pinacoteca Vaticana, dentro de los museos papales. Esto en coincidencia, también, con la exhibición de una serie de creaciones de Rembrandt.

Son unas 53 obras procedentes del Museo de Zorn en Suecia, coleccionadas por el artista sueco Andres Zorn (1860-1920), y otras propiedad de la Colección Kremer de Amsterdam, en Holanda.

Del museo Zorn son originarias, en su mayoría, estampas; mientras de la colección holandesa se expuso un óleo sobre tabla y dos placas de cobre.

Rembrandt era un virtuoso de la luz, sea en la pintura sea en las obras gráficas. Era para él una constante la experimentación para la cual usaba materiales tradicionales en modos nuevos, para alcanzar diversos efectos visuales.

Incluso sin haber jamás viajado ni visitado Italia, fueron justamente sus estampas las que le dieron fama a través de Europa, hasta alcanzar la península italiana.

La Biblia fue su más importante fuente de inspiración y muchas veces volvió sobre los sujetos bíblicos. Como hijo de un padre protestante y de una madre de origen católica, en sus obras Rembrandt echaba mano de ambas tradiciones cristianas.

La compasión por los pobres y por los mendicantes, totalmente ausente en sus pinturas por comisión, está extremadamente presente y explícita en sus estampas.

Rembrandt no busca la belleza por encima de todo: al contrario, él involucraba al espectador eliminando cualquier categoría estética que podía influenciar la experiencia inmediata y usaba su genio para forzar la atención del espectador.

Sus obras fueron incluidas en el recorrido general de los Museos Vaticanos gracias a la muestra “Rembrandt en el Vaticano. Entre el cielo y la tierra”. (Andrés Beltramo Álvarez/Corresponsal de Notimex).

 

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