Texto Periódico El Mundo/Río de Janeiro.- Los accesos a la grada del Olympic Arena están ocultos tras unos paños enormes, negros y finos, unas cortinas improvisadas antes de que los ojos se abran a la instalación más bonita de estos Juegos: asientos rojos y el suelo dibujado en varios verdes, salpicado por el beige de los aparatos mientras los voluntarios llenan los recipientes de carbonato de magnesio y se comprueba el anclaje de las anillas. Con unas gradas generalmente desangeladas, es la instalación de gimnasia la única que ha visto un (casi) lleno. Fue el domingo para asombrarse con el preámbulo de lo que hoy se desata. Simone Biles, la mujer que ha revolucionado la gimnasia, quizá, quién sabe, dentro de poco la mejor de todos los tiempos, persigue un desenlace inédito: ser la primera en lograr cinco oros en uno de los tres deportes que definen los Juegos Olímpicos.

El reto presenta una dificultad desconocida. Ni Nadia Comaneci (tres oros, una plata y un bronce en Montreal 76) ni Larisa Latynina (cuatro oros, una plata y un bronce en Melbourne 56) han logrado completar esa mano de primeros puestos. “Es una gimnasta alucinante. El otro día estaba viéndola por la televisión y me quedé con la boca abierta. Lo que hace ella no se lo he visto a nadie”, dice Elena Gómez, oro en suelo en 2002, hoy con su propio gimnasio y un trabajo en el centro de tecnificación de Mallorca. Muchos analistas hablan de Biles como el proyecto de mejor gimnasta de todos los tiempos. Sus 10 títulos mundiales (14 medallas en total, por primera vez en la historia tres seguidos en el concurso completo) la sitúan ya como única en la historia, pero para un deporte como este los Juegos son incomparables. De lo que haga aquí, entre hoy y el próximo día 19, dependerá su muesca en el libro de las leyendas.

Hoy atrapará, sin duda, el oro por equipos (las norteamericanas aventajaron en 10 puntos, una barbaridad, a chinas y rusas); pasado mañana, el concurso completo individual; el domingo tendrá la oportunidad en salto, el lunes en la barra (donde más problemas tendrá) y el martes arrasará, sin duda, en suelo, donde sigue vigente su ‘Biles’, doble mortal en plancha que termina con medio giro, inalcanzable para nadie que no sea ella desde que lo presentó en 2013.

Nacida en Columbus (Ohio) en marzo de 1997, de madre alcohólica, con siete hermanos, la gimnasia la rescató de una vida mucho peor, por eso quizá sonríe siempre, porque cuando se ve el final, y se elude, se sonríe. Es la vida. Simone se crió con sus abuelos maternos junto a una de sus hermanas y fue Aimée Borman quien la descubrió y quien sigue a su lado, quien ordenó retirarla de una competición en 2013, meses antes de su primer Mundial, porque se cayó en el calentamiento de todos los aparatos. Desde entonces, visita al psicólogo semanalmente.

“Ella es pura potencia, pero también es técnica, y trabajo, mucho trabajo, miles de repeticiones”, tercia Lucía Guisado, la seleccionadora española, que está aquí con la debutante Ana Pérez. Muchos expertos sitúan el epicentro del éxito de Biles en dos factores: las fibras de sus músculos y la extraordinaria orientación espacio-temporal que es capaz de mantener en el aire. “Eso es algo innato, y es sorprendente comprobarlo entrenamiento tras entrenamiento. Tienes la sensación de que, pese a estar dando vueltas, ella siempre sabe dónde está y cómo y cuando va a caer”, contaba Borman estos días. También es algo innato que sus cuádriceps y sus gemelos presenten un porcentaje elevadísimo de fibras del tipo IIb. Son fibras de contracción rápida, capaces de desarrollar entre 3 y 5 veces más fuerza que las fibras del tipo I. De mayor tamaño, son las que permiten un esfuerzo muy rápido y muy intenso, sobrellevable en poco tiempo: los halteras y los gimnastas son personas con un alto porcentaje de este tipo de fibras.

Pura fibra

No hay más que mirar las fotografías. Biles mide 1,45 y pesa 47 kilos. Las biografías vigentes de Nadia Comaneci, hasta ahora icono intocable de este deporte, hablan de 1,62 y de 45 kilos. Probablemente en Montreal 76 la rumana no midiese todavía 1,62 (1,55 y 40 kilos, según ESPN), y es fácilmente comprobable que medía más que la norteamericana y que pesaba menos. Interviene de nuevo Lucía Guisado: “Las tipologías son distintas. Nadia era de músculo largo y fino, y Simone es potencia pura y dura. En líneas generales las gimnastas son más potentes hoy, pero esto es debido a otros factores”.

Guisado introduce la vía que explora Fernando Siscar, seleccionador masculino, rumiando todavía la decepción que supuso el primer día Ray Zapata. “Debido a los cambios en el código de puntuación, ahora se hacen mayores dificultades que requieren una condición física mucho más fuerte”, dice. Tras Atenas 2004, se pasó a premiar la dificultad de los ejercicios: a mayor nivel de dificultad, mayor podría ser la nota, dejando la ejecución en un segundo plano. “Por eso la gente fuerza mucho más, y vimos el otro día la lesión del francés. Porque los gimnastas intentan ir al límite y claro, a veces…”, interviene Elena Gómez, nombres propios de la gimnasia española, dueña, la gimnasia de cuatro medallas olímpicas (tres Gervasio Deferr; una Patricia Moreno ).

Sólo una abeja ha sido capaz de bajar del podio a Biles y fue en un momento cómico, Mundial de 2014, durante la entrega de medallas. Quitando esa anécdota, hay quien señala también un último factor, acaso el más concluyente. El famoso Rancho Karolyi, sede de la gimnasia americana desde 1983, una granja convertida en centro de alto rendimiento en mitad de la nada que es Texas. Karolyi, un apellido legendario en un deporte dominado durante el siglo XX por la URSS y los países del este. Ahora son las norteamericanas y sus músculos de fibras cortas las que mandan. Comaneci en 1976 y Biles 40 años después comparten la tutela de Bela Karolyi, el técnico que convirtió a Nadia en un mito de 10 y el mismo que ahora, dicen, sólo dicen, delega toda responsabilidad en Martha, su esposa y coordinadora del equipo norteamericano. Cuentan algunos medios estadounidenses que Bela, 73 años, pasea por la granja y cuida de los animales, pero cuesta creer que teniendo ahí a un portento como Biles no contribuya a la creación de, quién sabe, la mejor gimnasta de todos los tiempos.

Fue él quien revolucionó la gimnasia en los 70 apegado a la biomecánica. Apuró madrugadas estudiando qué fuerza desarrolla una gimnasta para progresar en las piruetas. Intuyó ya que la musculación, unida al poco peso, sería un punto de partida imprescindible. Justo eso, la musculación y el poco peso, definen a Biles. No acaba de ser tan sencillo a juicio de la seleccionadora española. “En sus ejercicios de años atrás, hay cosas que variaron. Lo que ha cambiado es la forma en que se preparan. El suelo tiene más flexibilidad, tiene muelles, y ayuda más a que el vuelo sea alto. Ahora hay gimnastas de todas las tipologías: esbeltas, pequeñas, fuertes, musculadas, finas… Repetición, repetición y repetición”. ¿Será que sólo Simone Biles repite, repite y repite?

Eduardo J. Castelao- Periódico El Mundo-España

https://youtu.be/7Dim9zqIh5E

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