Texto Periódico El Mundo/Bangkok.- Pekín ha replicado este jueves a las advertencias del próximo secretario de Estado, Rex Tillerson, sobre una posible prohibición del paso de navíos chinos hacia las islas artificiales que han construido en el Mar de la China Meridional con un nuevo golpe de efecto diplomático dirigido hacia el aliado más débil de Estados Unidos en la región asiática: Taiwan.

Bajo la influencia de los 40.000 millones de dólares de colaboración que había recibido 24 horas antes por parte de la República Popular China (RPC), el Gobierno de Nigeria ha exigido a Taipei que traslade a Lagos la oficina de representación que mantiene en Abuja, la capital nigeriana.

Tras entrevistarse con su homólogo de Pekín, Wang Yi, el ministro de Asuntos Exteriores nigeriano, Geoffrey Onyeama, ha afirmado que “Taiwan no tendrá ninguna representación diplomática en Nigeria” y su presencia en Lagos se limitará a “una misión de negocios con un personal mínimo”.

La decisión se produce pocos días después de que el mes pasado Santo Tome y Príncipe rompiera sus relaciones con la isla y cambiara su reconocimiento diplomático a la República Popular China en medio de la ofensiva diplomática que parece mantener Pekín para aislar a Taipei, que se ha agudizado desde el contacto telefónico que mantuvo la presidenta isleña, Tsai Ing-wen, y el próximo presidente estadounidense Donald Trump en diciembre.

El Gobierno isleño ha condenado “la acción irracional” de Nigeria ante la que ha presentado una “seria protesta”. La oficina de la presidenta, por boca de su portavoz Alex Huang, ha indicado que este tipo de gestos por parte de la República Popular China “sólo conseguirán generar el antagonismo de la población taiwanesa” y complicarán aún más las relaciones entre los dos lados del estrecho que separa a ambos territorios.

Las declaraciones de Tillerson ante el comité del Senado que analiza su confirmación en el cargo, en las que dijo que la nueva administración liderada por Trump se dispone a enviar a la República Popular China “una clara señal” para que detenga la construcción de islas en el Mar de la China Meridional y además les impedirán el acceso a esos enclaves, han sido consideradas por muchos expertos como una auténtica “bomba verbal” que puede anticipar un choque inevitable entre los dos países.

Tillerson añadió que considera la expansión naval y territorial de Pekín en esa estratégica región marítima como “extremadamente preocupante” y dijo que si la nación asiática puede dictar el acceso a un espacio por el que cada año transita un volúmen de carga valorado en cinco billones de dólares, supondría una amenaza “para toda la economía global”.

Pekín reclama la soberanía de casi la totalidad del Mar de la China Meridional que se disputa con otros cinco estados y la isla de Taiwan. El portavoz del Ministerio de Exteriores de la República Popular China, Lu Kang Lu, ha intentado eludir durante la jornada una respuesta directa al desafío dialéctico y simplemente ha dicho que la situación en el Mar de la China Meridional “se ha calmado” y que su país espera que otros actores “no regionales puedan respetar este consenso que es fundamental para el interés de todo el mundo”.

Sin embargo, horas más tarde, el diario oficial China Daily ha advertido que si el proyecto de Tillerson se implementa desencadenará “una desgracia”.

“Establecería el rumbo para una confrontación devastadora entre China y Estados Unidos”, escribió el periódico aclarando que este tipo de bloqueo provocaría una “respuesta defensiva” de las fuerzas armadas de la República Popular China.

Los analistas citados en diferentes medios locales chinos coincidieron en ese mismo vaticinio, adelantando que las simples manifestaciones de Tillerson podrían ser utilizadas por Pekín para reforzar aún más su despliegue militar en los atolones que controla.

Otros expertos apuntaron además que la idea de un bloqueo contraviene el principio de la libre navegación por el Mar de la China Meridional que defiende Washington.

Para Carlyle Thayer, profesor de la Academia de las Fuerzas de Defensa de Australia, “hacer lo que dice Tillerson supondría un compromiso al mismo nivel que la crisis de los misiles de Cuba”.

“Éste es el tipo de declaración fuera de lugar similar a los tuits que añaden combustible al fuego y que empeoran las cosas. A no ser que inicien una guerra con China, Estados Unidos no puede hacer nada” al respecto, opinó por su parte, Malcom Davis, del Instituto Australiano de Política Estratégica en declaraciones a Bloomberg.

Hablando con la emisora CGTN, Tao Wenzhao, de la Academia China de Ciencias Sociales, reconoció que Pekín está “muy preocupada” por la posible política de la Administración Trump, toda vez que no se trata sólo de las veleidades del magnate o de las palabras de Tillerson sino de toda la cohorte de “halcones” -ésa fue la palabra que usó Tao- de la que se ha rodeado, conocidos por sus oposición tradicional a las autoridades comunistas.

“Son gente que llevan más de una década marginados y ahora tienen la oportunidad de regresar. Es muy preocupante”, dijo.

La creciente tensión entre Pekín y la Administración Trump está teniendo una clara repercusión a nivel regional con repetidos altercados verbales entre la República Popular China, por una parte, y los aliados de Estados Unidos como Taiwan y Japón, por otra, que ya han trascendido a la gesticulación militar.

Este miércoles, la aproximación del grupo naval chino comandado por el portaaviones Liaoning a las inmediaciones de Taiwán generó un nuevo sobresalto en la isla asiática, cuyo ejército movilizó aviones de combate F-16 e IDF, aeroplanos de vigilancia anti submarina y una fragata.

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