"Aunque ha sido una predicción teórica importante en los últimos años, esta es una de las primeras pruebas que, sin ambigüedad, ofrecen una evidencia observacional de una lluvia fría y caótica alimentando a un agujero negro supermasivo", afirma Grant Tremblay, astrónomo de la Universidad de Yale en New Haven (Connecticut, Estados Unidos), ex compañero de ESO y autor principal del nuevo artículo. "Es emocionante pensar que, realmente, podríamos estar observando este aguacero, que abarca toda la galaxia, alimentando a un agujero negro cuya masa es de cerca de 300 millones de veces la del Sol".

Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- Las nuevas observaciones de ALMA constituyen la primera evidencia directa de que las frías y densas nubes pueden fusionarse a partir de caliente gas intergaláctico y sumergirse en el corazón de una galaxia para alimentar a su agujero negro supermasivo central. También remodela la visión que los astrónomos tenían sobre cómo se alimentan los agujeros negros supermasivos en un proceso conocido como acreción.

Anteriormente, los astrónomos creían que, en las galaxias más grandes, los agujeros negros supermasivos tenían una dieta lenta y constante de gas caliente ionizado proveniente del halo de la galaxia. Las nuevas observaciones de ALMA muestran que, cuando las condiciones meteorológicas intergalácticas son favorables, los agujeros negros también pueden darse un atracón de nubes gigantes de gas molecular muy frío en forma de grumosos y caóticos “aguaceros”.

Tremblay y su equipo utilizaron ALMA para estudiar un cúmulo de unas 50 galaxias inusualmente brillante, conocido como Abell 2597. En esencia es una galaxia elíptica masiva, y se conoce como el cúmulo de galaxias más brillante. Disperso uniformemente entre estas galaxias, encontramos una atmósfera difusa de gas ionizado caliente, que previamente fue observado con Chandra, el Observatorio de rayos X de la NASA.

Cerca del centro de esta galaxia los investigadores descubrieron este escenario: tres enormes masas de gas frío escorándose hacia el agujero negro supermasivo situado en el núcleo de la galaxia a alrededor de un millón de kilómetros por hora. Cada nube contiene tanto material como un millón de soles y tiene un tamaño de decenas de años luz.

Normalmente, a estas escalas, los objetos serían difíciles distinguir a estas distancias cósmicas, incluso con la impresionante resolución de ALMA. Sin embargo, fueron delatados por las “sombras” de miles de millones de años luz que proyectan hacia la Tierra.

Datos adicionales aportados por el conjunto National Science Foundation’s Very Long Baseline Array (un conjunto de antenas que utiliza interferometría de muy larga base), indican que las nubes de gas observadas por ALMA están a tan solo 300 años luz del agujero negro central. En términos astronómicos, esencialmente se tambalean al borde de un punto en el que pueden ser devoradas.

Aunque ALMA solo fue capaz de detectar tres nubes de gas frío cerca del agujero negro, los astrónomos especulan que puede haber miles en las proximidades, proporcionando al agujero negro un constante aguacero que podría impulsar su actividad durante mucho tiempo.

Ahora, los astrónomos planean utilizar ALMA para buscar estas “tormentas” en otras galaxias con el fin de determinar si esta “meteorología” cósmica es tan común como sugiere la teoría actual. (Fuente: ESO)

El parte meteorológico cósmico, como se ilustra en esta concepción artística, pronostica una condensación de nubes de gas molecular frío alrededor del cúmulo de galaxias más brillante, Abell 2597. Las nubes se condensan a partir del gas caliente e ionizado que ocupa el espacio entre las galaxias de este cúmulo. Nuevos datos de ALMA muestran que la “lluvia” de estas nubes se precipita sobre la galaxia, cayendo hacia el agujero negro supermasivo situado en su centro. (Foto: NRAO/AUI/NSF; Dana Berry/SkyWorks; ALMA (ESO/NAOJ/NRAO))
El parte meteorológico cósmico, como se ilustra en esta concepción artística, pronostica una condensación de nubes de gas molecular frío alrededor del cúmulo de galaxias más brillante, Abell 2597. Las nubes se condensan a partir del gas caliente e ionizado que ocupa el espacio entre las galaxias de este cúmulo. Nuevos datos de ALMA muestran que la “lluvia” de estas nubes se precipita sobre la galaxia, cayendo hacia el agujero negro supermasivo situado en su centro. (Foto: NRAO/AUI/NSF; Dana Berry/SkyWorks; ALMA (ESO/NAOJ/NRAO))
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